Día Mundial Contra las Hepatitis Virales: entre mitos y realidades
Dr. Sebastian Ferretti. Unidad de Hepatología y Trasplante Hepático del Sanatorio Parque. Presidente Sociedad Argentina de Hepatología
El 28 de julio se conmemora el Día Mundial Contra las Hepatitis Virales. La fecha fue elegida porque corresponde al día del nacimiento del Dr Baruch Samuel Blumberg, quien recibió el Premio Nobel de Medicina por haber descubierto el virus de la hepatitis B.
A lo largo de los años, el avance del conocimiento médico derribó muchos mitos relacionados con las hepatitis. Sin embargo, algunos de ellos todavía siguen vigentes en nuestra población.
La realidad dice que los virus de hepatitis se designan con las primeras 5 letras del abecedario: A, B, C, D y E y presentan características bien definidas, que determinan 5 infecciones diferentes. Las vías de contagio pueden variar entre una y otra. Algunos virus pueden permanecer muchos años en el organismo y desarrollar complicaciones como cirrosis y cáncer de hígado. Algunas hepatitis necesitan tratamientos específicos y otras se resuelven espontáneamente. No siempre manifiestan síntomas, y algunas de ellas se pueden prevenir con vacunas.
Hepatitis A
Este virus se contagia por vía fecal-oral. El agua contaminada con materia fecal proveniente de una persona infectada suele ser una fuente de diseminación. Hasta 2005, esta era la hepatitis viral más frecuente, especialmente en la infancia, llegando a constituirse en la principal indicación de trasplante hepático en niños de la Argentina. A partir de ese año, como consecuencia de la obligatoriedad de la vacunación en niños y de las mejoras de los sistemas cloacales en varias regiones del país, el número de casos disminuyó drásticamente hasta constituir una entidad excepcional en la actualidad. Salvo las infrecuentes formas severas, los cuadros habitualmente se resuelven sin tratamiento y el virus nunca puede provocar formas crónicas como cirrosis o cáncer de hígado.
Hepatitis B
Se contagia de persona a persona, frecuentemente por contacto estrecho con mucosas (ejemplo: contacto sexual), con sangre o con algún fluido derivado de personas infectadas (compartir agujas, hemodiálisis, transfusiones, etc.). Si bien la transmisión vertical durante el embarazo es posible, en nuestro medio los controles serológicos adecuados a la futura madre la hacen poco probable. El cuadro clínico es un poco más complejo y depende la respuesta inmunológica de cada persona contra la llegada del virus al hígado. Si se cuenta con un sistema de defensa óptimo (95% de los casos), las células hepáticas infectadas son destruidas en forma balanceada, provocándose una inflamación del hígado que nos genera un tinte amarillento de la piel (ictericia), orinas oscuras y un importante cansancio de 20 días de duración aproximada con curación espontánea sin tratamiento.
Si el sistema de defensa es muy agresivo (sólo el 1% de los casos), se pueden destruir demasiadas células hepáticas y precipitar un cuadro grave de hepatitis fulminante que puede requerir un trasplante hepático de emergencia. Si el sistema de defensa se presenta débil (4% de casos), es incapaz de eliminar al virus de las células hepáticas donde permanecerá multiplicándose en forma silenciosa. Con los años, esta replicación viral sostenida ocasiona un daño progresivo que puede evolucionar hacia una cirrosis. Sobre un hígado con cirrosis instalada puede agregarse un cáncer hepático. En estos casos, sí es posible realizar un tratamiento con antivirales por vía oral capaces de inhibir la replicación viral y evitar la progresión de la cirrosis y sus complicaciones.
Existe una vacuna altamente efectiva en nuestro país incorporada al calendario nacional desde el año 2000 para los recién nacidos y recomendada para adultos incluidos en grupos de riesgo.
Hepatitis C
Este virus se contagia fundamentalmente a través del contacto con sangre o fluidos contaminados (transfusiones de sangre, drogadicción endovenosa, etc.). El contagio por contacto mucoso y la transmisión vertical durante el embarazo son mucho menos frecuentes que con el virus B.
En el 85% de los casos, el virus infecta al individuo de manera silenciosa sin desarrollar síntomas. Suele permanecer en el organismo durante muchos años y puede provocar una cirrosis en el 30% de las personas infectadas. En esos casos, la enfermedad suele presentar síntomas y se puede complicar con un cáncer de hígado. Existen tratamientos modernos por vía oral que pueden erradicar la infección en más del 95% de los casos, incluso en personas con cirrosis instalada. Para los casos con cirrosis en los que falla el tratamiento, así como para los que desarrollan cáncer de hígado no avanzado se debe considerar la indicación de un trasplante hepático.
Lamentablemente, no se dispone de una vacuna para este tipo de hepatitis. Debido al carácter silencioso de esta entidad, en nuestro país se estima que el 50% de las personas que portan este virus no saben que están infectadas. Por eso, es fundamental efectuar un chequeo serológico al menos una vez en la vida.
Hepatitis D
Este virus necesita del virus B para infectar a una persona. Ambos se contagian juntos, o bien el virus D se agrega a una persona que ya tiene hepatitis B.
El contagio se produce en forma casi exclusiva por drogadicción endovenosa. En nuestro país esta afección es muy poco frecuente y no existe vacuna específica para este virus.
Hepatitis E
Este virus presenta algunas similitudes con el de la hepatitis A y también se contagia por vía fecal-oral, frecuentemente por productos derivados de animales infectados (cerdos). Salvo en mujeres embarazadas como así también en personas con enfermedad hepática pre-existente, las infecciones no suelen ser graves. Se resuelven espontáneamente, sin tratamiento y se dispone actualmente de una vacuna para este virus.
Derribando algunos mitos
Algunas creencias populares a veces generan ansiedad y motivan conductas innecesarias o erróneas en el curso de las hepatitis virales. No se curan con reposo y tampoco se agravan por subir una escalera, caminar rápido o levantar cosas pesadas. El reposo que debe realizar una persona que cursa una hepatitis debe ser el que el organismo le demanda. Se desaconseja la realización de actividades deportivas porque, habitualmente, el cansancio asociado con los cuadros sintomáticos reduce el placer y el rendimiento.
No existen comidas que agraven una hepatitis. Las sintomáticas suelen cursar con un estado nauseoso y de inapetencia por lo que se sugiere evitar alimentos con alto contenido de grasa para no entorpecer la digestión. Sí es necesario, en cambio, evitar el consumo de alcohol.
Una vez superada una hepatitis viral aguda, el hígado no presenta secuelas, ni tampoco se vuelve sensible a determinadas comidas. Los síntomas digestivos asociados a la ingesta de algunas comidas muchas veces se deben a trastornos de otros órganos, como el estómago o el intestino, que merecen ser estudiados para determinar su origen y establecer su tratamiento.
Informes y tests
El día viernes 4 de agosto, de 10 a 16, en la Plaza San Martín de la ciudad de Rosario, se realizarán actividades relacionadas con la prevención y la
concientización de la comunidad sobre las hepatitis virales, organizadas por el grupo “Hepatitis Rosario”.
Allí, se brindará la información necesaria a la población general, y se dispondrá de tests gratuitos para la detección del virus de hepatitis C. Además, durante los meses de julio y agosto se realizarán actividades similares en todo el país, organizadas por la Sociedad Argentina de Hepatología (SAHe) y el Ministerio de Salud de la Nación. El objetivo de todas estas actividades, coincidente con el que pregona la Organización Mundial de la Salud, consiste en que la Humanidad alcance el año 2030 libre de hepatitis.